Y miro al frente
y no me asusto,
que no lo piensen.
Solo es que,
mis pensamientos,
no esperan el consuelo,
de lo que por allí viene.
Y miro atrás,
y no me atrevo a pensar
que las montañas
algún día me respaldarán.
Por eso miro al suelo,
y espero con ansia,
mi sueño verdadero.
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