Cuando fui al campo,
un río me encontré,
agua cristalina,
corría por él.
Yo bebí,
y se me hizo ver,
una mujer dulce,
y tierna a la vez.
Me acerque a ella,
y me dí cuenta,
que era mi dulce madre,
que me cuida cada mes.
Pero luego,
que paso después,
desapareció de mis ojos,
su tierna y dulce piel.
Me fui para casa,
recordando su cara,
pero luego la encontré,
en la puerta de Inés.
Ella me preguntó,
que hacía allí,
y yo le respondí,
vengo de verte a ti.
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