Erase una vez una niña llamada Blanca, esa niña le gustaba mucho jugar al escondite. Siempre jugaba con su hermana pequeña, Ana.
Un día jugando al escondite, Blanca se tenía que esconder, pero...¡no sabia donde esconderse! Al final pensando decidió esconderse dentro de la chimenea, en un rincón de ella.
Allí su hermana no la vería ya que esta el sofá delante. Pero cuando Blanca se iba a esconder, vio una luz reluciente, que salia de un agujero que se había hecho en la chimenea. Alrededor de el agujero había una gran grieta. Blanca sin problema alguno, consiguió quitar toda la pared, ya que estaba muy despegada.
Cuando Blanca quito toda la pared, con esa luz deslumbrante de fondo se quedo boquiabierta, ¡dentro de la chimenea había todo un mundo de fantasía! Todavía con la boca abierta, Blanca entro dentro de todo ese paraíso. Y después de un rato parada como una estatua, Blanca por fin entro en si.
Paso el tiempo y Blanca seguía investigando en todo ese mundo extraordinario, estaba asombra-
da, el cielo era amarillo, el césped azul y el río de color rosa.
A Blanca no se le olvidaría nunca esa extraordinaria experiencia. Después de un rato caminando, Blanca se encontró una puerta verde en mitad del campo, decidió entrar por la puerta haber que había. Así que cerro los ojos, y con mil latidos en el corazón, uno de tras de otro entro en la puerta. ¿Y a que no sabes lo que se encontró al abrir los ojos?
Pues...¡Estaba en su casa! Blanca miro de un lado para otro, ¡no era mentira estaba en casa! ¡Y el agujero ya no estaba! Como si fuera pasado por allí un albañil.
En ese momento se oyó la voz de su madre:
- ¡Así que estabas ahí, Blanca! ¡no te encontrábamos!
La niña se lo iba a contar todo lo que había vivido a su madre, pero luego decidió mantenérselo en secreto hasta que el día que se abra otra vez la grieta y visite de nuevo ese mundo extraordinario.
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